Asistir a un concierto del grupo Sigma Project es llevar a cabo una travesía musical en la que el gozo y el asombro son una constante.
Es, asimismo, participar en una suerte de celebración de un nuevo virtuosismo , entendiendo este término en su sentido original de «virtud» y de «virtuoso», y no sólo como una mera ostentación circense de habilidades técnicas y corporales.
Un virtuosismo que, en su caso, contempla no sólo la mano que toca sino el soplo humano también. En este mundo de aire habitan, por igual, las caprichosas formas de sus saxofones y los carrizos entrelazados de Marsias.
Además, hay en este espléndido grupo español un virtuosismo de orden poético cuyo ejercicio no implica necesariamente el exhibicionismo. Así, gracias a ellos, cobran vida un virtuosismo ágil y alado, junto a uno material y terrestre, otro más extrovertido y luminoso, al lado de uno íntimo y secreto. Suya es, pues, la práctica «virtuosa».
Escuchar a Sigma Project es, qué duda cabe, una de las experiencias más enriquecedoras que uno puede tener.
Mario Lavista,
Premio Tomás Luis de Victoria de la Música Iberoamericana 2013