“…En una palabra: todo fue fantástico. Hace unos días comentábamos el poco entusiasmo que ponían los de la Nacional al tocar una obra de Francisco Guerrero. Esta noche aquí, en el Reina Sofía, es todo lo contrario. Entusiasmo, pasión, urgencia, dedicación absoluta a la música que se interpreta. Desgraciadamente ignorado por el gran repertorio camerístico y sinfónico, el saxofón es uno de los instrumentos de viento más dúctiles que existen. Lo apreciamos esta noche en las sólidas, obsesivas texturas de «Akaitz», de Félix Ibarrondo, obra de impresionante solidez y claridad formal que inició el concierto, y más aún (quizá) en el «Fractal» de Cristóbal Halfter, una obra bellísima, interpretada por el cuarteto original, en la que pasajes broncos alternan con delicadísimas texturas sin vibrato, la belleza cruel y medusea de las disonancias con episodios de serena belleza, no sabríamos decir si convulsa o no convulsa. Los Sigma 4 son capaces de las sonoridades más mágicas. Sus texturas siempre son claras, hasta en los momentos más tensos o agresivos.»